Al lápiz de Emma le faltaban vitaminas. La goma, en cambio, no paraba de saltar por toda la casa borrándolo todo, las líneas de su libreta, la letra ñ del teclado del ordenador, la sonrisa de su cara. Fui en su auxilio.
Me recibió con el lápiz en la mano. Me estaba contando lo que ocurría cuando vi que su pie izquierdo había desaparecido.
Tebu Guerra
miércoles, 4 de febrero de 2009
LA DESTREZA DE MI TRAZO
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