Aquella fría y oscura tarde de Enero, el viejo Ignasi salió hacia la Plaça Sant Just del Barrió Gótico para lanzar a las palomas las duras migajas del pan sobrante del día, como hacia todas las tardes desde que le llegó su jubilación hacían ya 10 años, sin imaginar que ese día su triste y solitaria vida iba a dar un giro inesperado.
Gianna Soria
miércoles, 4 de febrero de 2009
LA SUERTE DE IGNASI
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