miércoles, 4 de febrero de 2009

LENGUAJES

Al vivir siempre rodeado de cuevas, montañas o acantilados, Yul había adiestrado el oído desarrollando una prodigiosa habilidad que le permitía reconocer el eco de cualquier sonido, en cualquier lugar, incluso allí donde era imposible su propagación.
Ana Montilla

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