Cuando le encontraron, pensaron que estaba muerto.
Pronto comprobaron que seguía respirando, aunque débil, como arrastrando unos suspiros regulares. Su cuerpo estaba inerte, pesado y empeñado en deshacerse entre las manos de los que trataban de alzarle, resignado a la fuerza de la gravedad. Como si ya no fuese más que un despojo, se resistía a revelar ningún signo de vida. Tan sólo aquella leve respiración.
Nuria Cantos García
miércoles, 4 de febrero de 2009
POCO A POCO DORMIDO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario