Esa noche vi claro que él tenía que morir. Esperé un par de horas, luchando por hallar la paciencia que hace falta para saborear la venganza en frío. Sentado en mi coche, fumando cigarrillo tras cigarrillo y con la jaqueca castigando mis sienes, no podía apartar la vista del portal de casa de Laura.
Jordi Brunet
miércoles, 4 de febrero de 2009
DOS CARAS ENFRENTADAS DIBUJAN UNA COPA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario