miércoles, 4 de febrero de 2009

LO QUE NUNCA NOS CONTARON

De repente, mi cuerpo quedó inmovilizado. La palma de su mano se apoyaba sobre la carne que cubría mi corazón. Mientras sus dedos, alargados, tamborileaban contra mi piel, sentí perfectamente una corriente de no-sé-qué, pero gélida, que me recorría.
Gabriel J. Martín

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