De nuevo en el hospital. Sin esperanza.
El proceso siempre es el mismo. Me extraen trozos de piel de los glúteos y de la espalda para remendar mi rostro destrozado, ese amasijo de carne muerta que se pudre por momentos.
Alicia Sánchez Martínez
miércoles, 4 de febrero de 2009
EL DULCE ROSTRO DE MARÍA
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